MADRE
Cálidas aguas en las que adormecida,
flotaban mis sueños contando los días
mientras a mi alma tejiendo ibas
un delicado y hermoso traje
en tus benditas entrañas,
flotaban mis sueños contando los días
mientras a mi alma tejiendo ibas
un delicado y hermoso traje
en tus benditas entrañas,
para mí, lo forjaste.
Cuando mis ojos al mundo se abrieron,
y tu orgullosa mirada vislumbré,
vi a la Reina de la hadas, ¡el más bello ser!
Sosteniendo con amor en su regazo,
mi cuerpo indefenso,
Dios lo dispuso en tus brazos.
Mi abrigo en las noches de frío,
mi calma en los días de tempestad,
siempre dentro del alma, ¡madre mía!
Guiando mis pasos con divina sabiduría,
tengo tanto que agradecerte...
que aún viviendo mil vidas
pagarte no podría, como mereces.
¡Madre!, hermosa palabra,
que al oír, mi ser estremece
orgullosa de sentir tu sangre en mis venas,
todo mi ser, te venera,
sabiéndome un pedacito de ti
unidas eternamente
por este amor que no tiene fin.
¡Dios Bendito!, cada día te doy las gracias,
por entregarme a la madre más bondadosa,
enorme corazón, que de amor rebosa,
con lágrimas en los ojos, Señor te pido,
¡jamás te la lleves!
¡Déjala! siempre conmigo.
(Dedicado a mi madre: María Yuste Rico, con todo mi amor y gratitud)
Poema e imagen pertenecientes a mi poemario "Desnuda entre rimas"
ISBN
978-84-16097-64-7
Cuando mis ojos al mundo se abrieron,
y tu orgullosa mirada vislumbré,
vi a la Reina de la hadas, ¡el más bello ser!
Sosteniendo con amor en su regazo,
mi cuerpo indefenso,
Dios lo dispuso en tus brazos.
Mi abrigo en las noches de frío,
mi calma en los días de tempestad,
siempre dentro del alma, ¡madre mía!
Guiando mis pasos con divina sabiduría,
tengo tanto que agradecerte...
que aún viviendo mil vidas
pagarte no podría, como mereces.
¡Madre!, hermosa palabra,
que al oír, mi ser estremece
orgullosa de sentir tu sangre en mis venas,
todo mi ser, te venera,
sabiéndome un pedacito de ti
unidas eternamente
por este amor que no tiene fin.
¡Dios Bendito!, cada día te doy las gracias,
por entregarme a la madre más bondadosa,
enorme corazón, que de amor rebosa,
con lágrimas en los ojos, Señor te pido,
¡jamás te la lleves!
¡Déjala! siempre conmigo.
(Dedicado a mi madre: María Yuste Rico, con todo mi amor y gratitud)
Poema e imagen pertenecientes a mi poemario "Desnuda entre rimas"
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